El Arte Figurativo ha experimentado un resurgimiento en los últimos años con artistas que reinterpretan la tradición pictórica desde una perspectiva contemporánea. En contraste con la Abstracción y el Conceptualismo que dominaron gran parte del siglo XX, la nueva figuración recupera la representación del cuerpo humano, el paisaje y la vida cotidiana con una mirada renovada y crítica.
Un artista no puede no dejar de echar la vista atrás, ya sea para romper con lo anterior o para volver a reinventar o revisar. De ahí que, el Arte Figurativo contemporáneo no es simplemente un retorno al realismo tradicional, sino una exploración de la identidad, la emoción y la condición humana a través de nuevas técnicas y enfoques. Algunos de sus rasgos más distintivos, incluyen narrativas personales y sociales donde los artistas usan la figura humana para tratar temas como la alienación, la diversidad o la intimidad, experimentando con nuevos materiales o técnicas donde se funde lo clásico y lo digital. Así mismo no son ajenos a las composiciones fotográficas y cinematográficas que enriquecen ese lenguaje pictórico.
En este punto, se encuentran artistas como Jenny Saville, que representa al cuerpo femenino desafiando los cánones de belleza e interpreta la carne humana con una crudeza única. Hernan Bas, que explora la identidad y la juventud, y que las representaciones están llenas de simbolismo y romanticismo. O Jordan Casteel, que retrata la vida cotidiana de las comunidades afroamericanas con un estilo lleno de sensibilidad social.
El nuevo Arte Figurativo bebe de múltiples fuentes, desde el Renacimiento hasta el Expresionismo, pasando por un diálogo con maestros como Rembrandt, Caravaggio o Lucian Freud, cuyos trabajos siguen inspirando a los creadores actuales.
Además, el auge del Arte Digital y la Inteligencia Artificial ha permitido que este Arte evolucione hacia terrenos híbridos, donde la pintura tradicional se combina con herramientas digitales para crear nuevas formas de imagen.
Esta corriente renovada, no ha sido ajena en artistas de nuestra Comunidad donde encontramos importantes ejemplos que aportan esa nueva mirada, como
Fito de Manuel, cuya obra se caracteriza por una exploración introspectiva de la condición humana. En su serie Estáticas Inquietudes, retrata figuras en estados de soledad y tensión interior, abordando el impacto del individualismo en la sociedad actual. Su estilo fusiona el hiperrealismo con una figuración expresiva, creando imágenes que transmiten una profunda carga emocional.
Félix de Agüero, artista que se siente vinculado a la experimentación con la atmósfera y la luz. Su trabajo destaca por un tratamiento sutil de la figura humana, combinando una sensibilidad clásica con una paleta cromática vibrante. Inspirado por la tradición renacentista, su pintura se inscribe dentro de una búsqueda estética que reivindica la belleza en lo cotidiano.
Félix de la Concha, destacado por su dominio del retrato y su interés en la representación del tiempo y la memoria, ha desarrollado proyectos pictóricos en los que la figura humana se inscribe dentro de narrativas autobiográficas y documentales, como en Portraying Time, donde el retrato se convierte en una exploración del paso del tiempo y la experiencia vital de los modelos. Y por supuesto, no nos podíamos olvidar de
Isabel Villar cuya manofactura se caracteriza por una figuración lírica y onírica, en la que representa mundos poblados por figuras femeninas, animales y paisajes idílicos. Su estilo se sitúa dentro de una figuración mágica y poética, con claras influencias del Naïf y el Surrealismo, aunque con una estructura compositiva más ordenada y una paleta cromática que tiende a los tonos suaves y pastel. En sus cuadros, el ser humano y los animales conviven en un equilibrio sereno, alejados de la agresividad del mundo real, donde la naturaleza juega un papel fundamental. Sin embargo, esta aparente inocencia esconde una mirada crítica sutil, que se revela en la relación de sus personajes con el entorno. Su pintura hace referencia a la pintura primitiva, el Arte Medieval y el imaginario de la infancia, pasando por su tamiz moderno y profundamente personal.
Mención aparte, y que podíamos incluir en esta forma de interpretar es
Enrique Marty, cuyo trabajo se puede definir como una exploración cruda y descarnada de la condición humana, unido a un enfoque que combina lo grotesco, lo satírico y lo teatral. Su obra se mueve entre el Expresionismo Contemporáneo y la Figuración Distorsionada, con una fuerte carga narrativa y simbólica. Su paleta cromática y su pincelada refuerzan la sensación de inmediatez y descomposición. Sus temas más representados son la religión, la locura y la manipulación social. Se ha denominado a su Arte como “Expresionismo Psicológico Contemporáneo” o “Figuración Grotesca Narrativa”, dado su enfoque visceral y su carga conceptual.
En resumen, esta nueva figuración ha recuperado un lugar privilegiado en ferias y galerías, atrayendo a coleccionistas y críticos. Su capacidad de conectar con el público a nivel emocional y narrativo ha impulsado su valoración en el mercado, con subastas récord y un creciente interés por parte de instituciones artísticas. Representa pues, una síntesis entre la tradición y la modernidad. Y su riqueza visual y conceptual lo posiciona como una de las tendencias más relevantes en el panorama artístico actual, asegurando su influencia en las próximas décadas.